Yo y mi cuerpo. Imaginación y teorías de la identidad

Según algunos filósofos Dios podría haber creado un mundo en el que existieran zombis filosóficos (es decir, seres idénticos a nosotros en todo pero que carecieran de conciencia en términos de experiencia subjetiva o fenomenológica). En otros términos, es posible concebir un mundo en el que tal extravagancia ocurriera, ¿y?. ¿Qué demuestra este hecho? Que podamos imaginarlo solo informa, en mi opinión, sobre nuestra capacidad imaginativa, pero no dice nada sobre la posibilidad real de que tales zombis existieran (la respuesta de Chalmers a este punto de vista sería la distinción entre superveniencia natural y superveniencia lógica).
Después de todo Dios podría haber creado un mundo en el que existieran príncipes-rana, seres con cuerpo (y cerebro) de rana que serían en realidad príncipes hechizados, seres que hablarían y pensarían como un príncipe pero que saltarían como una rana. No creo que eso fuera imposible para un auténtico Dios omnipotente. Y por otra parte es una posibilidad que ha cautivado la imaginación humana al menos desde los tiempos de Homero (aunque en su caso los cerdos sustituyeron a las ranas). La relación entre la mente y el cuerpo de los zombis no me parece muy diferente de la que existe entre la mente y el cuerpo del príncipe-rana. Además, ambas son compatibles con la tesis de la realizabilidad múltiple, según la cual la mente es un sistema funcional que puede realizarse en soportes físicos diferentes (por azares del destino uno de ellos es el cerebro). Con independencia de la fuerza de los argumentos la posición ante esta tesis clasifica a las personas en dos grupos: los filosomáticos, que padecen un romántico y anticuado apego por el cuerpo, y los progresistas misosomáticos que lo miran con profunda desconfianza, éstos a su vez se dividen en protomecánicos y protopsíquicos o espiritualistas.

(Entre paréntesis, no deja de sorprenderme que un campo repleto de cuestiones técnicas y sofisticados argumentos, todo ello bien envuelto en una terminología que puede rayar en lo esotérico, descanse en buena medida sobre unas cuantas presuposiciones intuitivas y sobre una cofianza en nuestra capacidad de imaginar, que a veces se me antoja ingenua -si bien se han producido los correspondientes sofisticados, y en absoluto ingenuos, argumentos para justificarla-).