Those who ignore philosophy are condemned to repeat it

Those who believe themselves to be exempt from philosphy influence are usually the slaves of some defunct philosopher


(Adaptación de Paul Thagard de las frases de Santayana y Keynes)

miércoles, 6 de mayo de 2015

EPIFENOMENALISMO Y NEUROCIENCIA

El epifenomenalismo es la doctrina que afirma que los eventos mentales carecen de eficacia causal, aunque estén causados por eventos físicos (un epifenomenalista extremo negaría también esta segunda relación causal). Esto implica tanto que los eventos mentales no pueden causar otros eventos mentales como que no pueden producir efecto alguno en el mundo físico (empezando por el cerebro).

Si se distingue entre conciencia de acceso y conciencia fenoménica el epifenomenalismo suele referirse solamente a la segunda.

En principio, el epifenomenalismo es compatible con las correlaciones mente-cerebro.

Según J. Kim es más fácil encontrar epifenomenalistas entre los neurocientíficos que entre los filósofos (Philosophy of Mind, p. 200). Si uno tiende a pensar, como ocurre en neurociencia, que hay una explicación completa de los eventos neurales en términos físico-neuronales tiene dos opciones con respecto a la conciencia: dicho sucintamente, o bien la conciencia es un término físico-neuronal (lo que en cierto podría equivaler a eliminar la conciencia) y está causalmente conectada con otros eventos físico-neurales o bien la conciencia es epifenomenal (solo podría no ser epifenomenal si está causalmente conectada con otros eventos físico-neurales, y eso solo puede ocurrir si ella misma es también un evento físico-neural). Tercera posibilidad: Si la conciencia fuera causalmente eficiente y no fuera un término exclusivamente físico-neuronal, entonces no habría una teoría físico-biológica completa de los fenómenos neurales ya que la relación de causalidad entre la conciencia y el cerebro impediría o rompería esa completitud (lo que nos lleva al viejo problema mente-cuerpo tal y como ya se reflejó en el dualismo interaccionista de Descartes).

Kim considera que la práctica de los investigadores que trabajan en las ciencias del cerebro está guiada por dos principios:

-La clausura explicativo-causal de dominio físico-neural: Si un evento neuro-biológico tiene una causa -o una explicación causal- entonces tiene una causa físico-neural y una explicación físico-neural (320).
-Epifenomenalismo metodológico de los qualia: Los cualia deben ser tratados como epifenomenales, a menos que sean reducibles a propiedades neuro-físicas. No deben ser invocados como causas de, o en explcaciones causales de, eventos neuro-físico-conductuales (320).

El epifenomenalismo tiene graves consecuencias piscológicas y antropológicas. Como dijo Fodor en un pasaje frecuentemente citado, si el epifenomenalismo es cierto, es decir, si mis creencias y mis deseos carecen de eficacia causal, en cierto sentido sería el fin del mundo. O cuando menos -añado- pondría en serios aprietos la idea del ser humano como sujeto agente (con lo que implica desde un punto de vista ético), la propia existencia de la psicología, y quizás también de toda expresión narrativa (el cine y la literatura asumen claramente la causación mental).
[Sin embargo, creo que, al menos en ocasiones, cabría interpretar la teoría de la causación mental de Fodor en términos de semántica/sintáxis como una posición en cierta manera epifenomenalista. V., también Dennett (1991), p. 119].

En última instancia, estamos ante el problema de cómo acomodar la conciencia en la naturaleza, seguramente uno de los problemas más importantes que afronta la filosofía de la mente.

Kim (2005) defiende un epifenomenalismo parcial, tan limitado que no presentaría problemas significativos, una especie de residuo que, aunque impide un fisicalismo completo, permite algo "suficientemente cercano" ("sometning near enough"). Para Kim la causación mental es una cuestión psicológica y antropológicamente fundamental (con lo da la razón a Fodor), a partir de ahí (y asumiendo la clausura causal del mundo físico), formula lo que llama un reduccionismo condicional (al ser condicional no es un reduccionismo directo o sin más): "si queremos que la mente tenga una influencia causal en el dominio físico -de hecho, para que tenga eficacia causal en absoluto- debe ser físicamente reducible" (p. 161). Pero ¿es la mente físicamente reducible? La respuesta de Kim es: en parte sí, en parte no.
Solo hay un aspecto que se resiste a la reducción: la cualidad intrínseca de los qualia, pero este residuo no representa un peligro serio para la causación mental básicamente por dos motivos (170-171):

1)    No afecta a los estados cognitivo-intencionales, que son los responsables de la cognición y de la agencia (agency) [Kim asume la distinción de Chalmers entre estados psicológicos y estados fenoménicos, y llama a los primeros propiedades cognitivo-intencionales (162)].

2)    Conceptos sensoriales comunes como dolor o picor presentan, además de su dimensión cualitativa, aspectos motivacionales y conductuales, y esos aspectos motivacionales y conductuales pueden ser reducidos.


La clave de la reducibilidad en 1) y 2) radica en la noción de reducción funcional.
Kim resume el proceso de reducción en tres pasos (2005, p. 164):
-El primero es conceptual, y consiste en interpretar la propiedad que se desea reducir como una propiedad funcional, es decir, en términos de su actividad causal.
-El papel de la neurociencia comienza propiamente con el segundo paso, que consiste en la búsqueda de los realizadores de la propiedad funcional.
-El tercer paso consiste en desarrollar explicaciones (en el nivel más básico de los mecanismos físicos realizadores) de cómo estos realizadores llevan a cabo la actividad causal.

Según Kim, el único paso filosóficamente relevante es el primero. Esto es así porque una vez que se ha dado este paso se asume que debe haber unos realizadores físicos capaces de llevar a cabo esa actividad causal, con independencia de que tales realizadores lleguen a identificarse en la práctica. Parece, pues, que la interpretación funcional de la propiedad en cuestión es suficiente, en la concepción de Kim, para asegurar una reducción fisicalista y salvar el problema de la clausura causal de lo físico.

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Un punto de vista algo diferente es el que se centra en la noción de significado, en vez de en los qualia (v., por ejemplo, “El problema de lo mental” de C. Moya en Themata, 2012).
Moya considera una "especie particular de causalidad mental", la causalidad intencional: "En la causalidad intencional, las propiedades mentales de los estados o sucesos causantes son propiedades semánticas, especialmente significados y contenidos" (p. 45). Lo que Moya llama causalidad intencional parece caer dentro de los estados cognitivo-intencionales de Kim (que, recordemos, no serían un obstáculo para el fisicalismo reduccionista).
Sin embargo, el problema es, según Moya, que "al menos en apariencia, la causalidad intencional entre en conflicto con la clausura causal del ámbito físico" (46).


Como escribe Moya en su Filosofía de la mente (2004): el verdadero problema es por qué un suceso mental puede causar algo en virtud de sus propiedades mentales (que básicamente Moya entiende en términos semántico-intencionales: las propiedades sintácticas no serían mentales en este sentido). Según Moya, Kim no resuelve este problema (al menos según el modelo de la causalidad superviniente) (p. 224). Moya (2012) cita este pasaje de Kim: "En una posición reduccionista de esta clase (...) los poderes causales de las propiedades mentales resultan ser precisamente los de sus realizadores físicos, y las propiedades mentales no aportan al mundo poderes causales nuevos" (Kim 2000, p. 118). Y concluye que en la concepción de Kim "las propiedades mentales tienden a aparecer como púramente epifenoménicas" (p. 49). En la misma línea interpreta la posición de Dennett, con respecto a la cual afirma: "Como en el caso de Kim, esta propuesta no da cuenta realmente de la causalidad intencional, sino que niega su realidad" (p. 50). [Algo semejante creo que se podría decir de Fodor, como ya he mencionado más arriba].
 
Finalmente, en su sugerencia para buscar una respuesta al problema de la causalidad intencional, Moya apunta a una visión externalista de la mente que me recuerda a Haugeland. Esta perspectiva es prometedora pero aparece expresada de un modo todavía algo vago.



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